– Temperatura del color. El primer factor que influirá en la calidad de los colores es su temperatura, ya que es importante que todos se vean en la tonalidad deseada. Es conveniente que, para obtener la máxima calidad, la pantalla tenga un rango de entre 3.000 ºK Y 6.500 ºK para que se reproduzca el mayor espectro de tonalidades posible. Si quieres comprobar que los colores se ven perfectamente en tu pantalla, puedes hacer un balance de blancos para asegurarte de que reproduzca el color en el tono ideal.

– Análisis de la luminosidad. Una buena luminosidad en una pantalla LED de calidad permitirá que el contenido que se reproduzca sea visible cuando el sol incida sobre la pantalla directamente. Para buscar la mejor calidad, debe tener una luminosidad de 6.000 nits para pantallas de exterior, entre 1.500 y 3.000 para pantallas interiores —pero posicionadas hacia el exterior— y 1.500 en pantallas que sean solamente de interior.

– Análisis del contraste. Para analizar el contraste, es necesario conocer la diferencia entre la intensidad de la iluminación en blancos respecto a tonalidades negras. Una pantalla LED de calidad ofrecerá un gran rango dinámico, lo que se traducirá en una capacidad de reproducir mayor calidad en los colores. Conoce más a fondo el contraste en pantallas LED en nuestro glosario.

– Pixeles muertos. No hay nada peor que ver una pantalla con pequeños agujeros negros, que hacen que la imagen reproducida no se vea completamente. Esto se debe a que el monitor tiene pixeles muertos, o que no funcionan. Una forma muy fácil de detectarlos justo después de la compra es reproducir blanco sobre ella.